Moneo Brock ha trabajado de forma voluntaria con la Fundación Juegaterapia en esta iniciativa para transformar los 800 m2 de la azotea en un jardín de juegos rodeado de árboles y plantas destinado a los 7.000 niños que son hospitalizados cada año.
Desde nuestro punto de vista, no había otra forma de hacerlo: diseñar un espacio que ellos entiendan como suyo, que funcione como un refugio o escondite para jugar y evadirse de todo. Para ello, les pedimos a los niños que dibujaran su espacio de juego ideal con el fin de transformar esas ideas en un lenguaje de arquitectura contemporánea. Este espacio exterior debe ser necesariamente un contraste con el espacio interior donde los niños habitan la mayor parte del tiempo: el jardín es su lugar para pensar, comunicar, soñar y disfrutar.
El paisajismo de la azotea, desde la que se ven unas fantásticas vistas de Madrid, está pensando para crear distintas atmósferas que aporten dinamismo a la vida cotidiana de los niños. Se diseñaron varias áreas circulares de diferentes tamaños, dependiendo de la ubicación de las plantas y los espacios de juego: como un pequeño campo de fútbol o pistas para hacer carreras de triciclos. Las formas orgánicas, los colores y olores que desprende la azotea son elementos que formarán parte del desarrollo terapéutico de los niños. Las flores y las plantas son también una forma de entender el paso del tiempo y observar la belleza del mundo en que vivimos.
El diseño del parque infantil estimula la imaginación de los niños y les transporta a otros mundos de fantasía y diversión. Los familiares también pueden beneficiarse de este espacio público, pues el simple hecho de jugar y compartir un espacio lúdico con ellos es un regalo para todos. Quizás la capacidad curativa del juego no puede medirse, pero sabemos que es fundamental y solo puede mejorar el proceso terapéutico.
Las características de la azotea existente, que no tenía ningún uso, supusieron varias limitaciones a la hora de diseñar el proyecto. Dada la exposición al clima extremo de Madrid, se requería un elemento que proporcionase sombra en verano. Un domo de 6 m de alto fue diseñado para este propósito. La altura del edificio también supuso alguna dificultad en cuanto al retiro y transporte de escombros durante la construcción. Se desarrollaron mecanismos para evitar la interrupción del uso cotidiano de los ascensores, como ensamblar muchas de las estructuras en el in situ. Por otro lado, tuvimos que camuflar e integrar en la nueva azotea todas las máquinas de control climático y ventilación que se encontraban instaladas.
CLIENTE
Mónica Esteban, Valle Salles
LOCALIZACIÓN
Avenida de Córdoba, s/n, Madrid
TAMAÑO DEL EDIFICIO
760 m²
ARQUITECTOS
Belén Moneo, Jeff Brock
EQUIPO DE ARQUITECTURA
Andrés Barrón, Fabrice Leray, Irene Alberdi, Jaime Salvador, Sara Pericacho, Pablo Sintes, Nerea Atutxa, Victor Gallego
ARQUITECTA TÉCNICA
Raquel Ibáñez
MODELO 3D
Fabrice Leray
PAISAJISTA
Santiago Herrero de Egaña, Paisajes Pensados
INGENIERÍA DE ESTRUCTURAS
Jesús Jimenez Cañas
ESTIMACIÓN DE COSTES
Raquel Ibáñez
CONSULTOR DE ILUMINACIÓN
Javier Alcolea, Phillips
CONSTRUCTORA
Carlos Ramos Arenas, Construcciones Venancio Ramos, S.L.