Al igual que ocurre en tantos otros pueblos de la geografía española, la plaza había perdido totalmente su uso como espacio público. Durante las últimas décadas, esta plaza, en la cual confluyen varias calles estrechas, se ha utilizado como estacionamiento. El concurso planteado por el Ayuntamiento contemplaba la necesidad de estudiar la movilidad de todo el pueblo y cambiarla, de manera que se pudiera recuperar este espacio para la ciudadanía y para poder acoger eventos como mercados, bailes, procesiones, etc. La importante participación ciudadana ha sido fundamental para entender mejor las necesidades del pueblo.
La plaza estaba dividida en dos plataformas separadas por una gran escalinata enfilada a la entrada a la iglesia. Uno de los objetivos era mejorar la accesibilidad. Una nueva rampa peatonal y un conjunto de gradas conectan los dos distintos niveles, y permiten que todo el mundo pueda acceder a la parte alta del pueblo y a la parroquia de San Pere, cuyos orígenes se remontan al año 1236.
El nuevo espacio público es ahora una zona amplia de encuentro y disfrute, un lugar de integración social. Al eliminar las aceras, los bordillos y el asfalto, la nueva pavimentación unifica y agranda la plaza, borrando los límites existentes y las barreras arquitectónicas, aunque se mantiene un paso de vehículos unidireccional de coexistencia, compartido con peatones y ciclistas, delimitado por bolardos.
El diseño se adecúa a un contexto climático concreto, protegiendo la plaza del calor mediante cuatro pérgolas y abundante vegetación. Bajo las pérgolas hemos diseñado unos bancos de hormigón producidos por la industria local Huguet. Así se han producido.
Estos recintos actuarán fomentando el encuentro de distintos grupos y de diversas edades. Todos los materiales y especies vegetales que se han usado son locales, y dan lo mejor de sí en el clima mediterráneo. Además, la riqueza artesana y técnicas de construcción de la isla han sido decisivas en el proyecto, y su uso nos permite hablar de una producción local y de un carácter mallorquín. Un ejemplo de esto son las pérgolas compuestas de bovedillas cerámicas cuya textura y color terroso se mimetizan con el de los edificios del entorno.
El diseño se apoya en varios conceptos que nos permiten hablar de un proyecto sostenible: reducción del espacio vehicular, mejora de la movilidad activa, diseño de un espacio público de calidad para el encuentro de la ciudadanía, renaturalización del espacio público, reducción de residuos mediante la reutilización de materiales, uso de materiales locales y medidas pasivas para el control del sol, de la temperatura y la mejora del confort.
CLIENTE
Ayuntamiento de Sencelles
LOCALIZACIÓN
Sencelles, Mallorca
SUPERFICIE CONSTRUIDA
1.527 m²
ARQUITECTOS
Belén Moneo, Jeff Brock, Francisco Blázquez
EQUIPO DE ARQUITECTURA
Federico Pérez, Javier del Pozo, Yaiza Camacho, Ismael Sainz